Thursday, June 24, 2010

Jueves, 24 de junio de 2010:


Hoy ha sido un día muy triste y no creo que vaya a olvidarlo con facilidad. Ouija ha muerto.
Todo empezó hace una semana. El jueves pasado el wiccano notó que Ouija había echado sangre al hacer sus cosas. Se preocupó y la llevó al veterinario, aunque pensamos que no sería grave, pero nos equivocamos. Yo no pude ir, porque estaba trabajando. Al salir tuvimos que ir al hospital para que le dijeran al wiccano que por fin todo había terminado, aunque esa felicidad estaba ensombrecida por la preocupación. No podíamos dejar de pensar en Ouija, que se había quedado en el veterinario mientras le hacían unas pruebas, aunque ya habían dicho que No tenía buena pinta.
Yo tenía que volver al trabajo. Para colmo estábamos preparando rebajas y yo no podía estar presente durante las pruebas. Dijeron que podía ser tres cosas. La primera es que fuera una infección. Tenía inflamados el bazo, intestino e hígado. La segunda es que fuera algo anatómico. La tercera que fuera linfático. Vamos, que podía ser cáncer, porque también tenía los ganglios inflamados.
Cuando por la noche volvió a casa no era la misma. Entonces me di cuenta de que tenía la tripa muy hinchada. De todas formas intentamos cogernos a la posibilidad de que fuera una infección y que se le fuera con una medicación (tres para ser más exacto). Con una jeringuilla había que dárselo dos veces al día y hasta el lunes no sabríamos lo que de verdad era.
Había que esperar, pero al día siguiente todo cambió. Por la mañana Ouija estaba peor y por la noche había dado un bajón impresionante. Podría decirse que estaba medio muerta. Yo no podía dejar de pensar en lo increíble que era ver cómo de un día para otro había pasado de ser una hurona de siete meses llena de vida, a casi un cadáver.
En la clínica veterinaria dijeron que si empeoraba que la llevásemos corriendo en cualquier momento, así que el sábado por la mañana el wiccano la llevó, en un principio para que la sacrificaran, porque veíamos que se moría y no queríamos que sufriera. Eso era lo más importante.
Allí dijeron que el sacrificio era precipitado y que mejor esperar a los resultados de las pruebas, asegurando que Ouija no estaba sufriendo, ya que los medicamentos eran justo para eso. Aconsejaron ingresarla hasta el lunes, porque con suero y vigilada iba a estar mejor, así que el fin de semana estuvo ingresada, pero yo pensaba que no iba a volverla a ver, porque moriría allí.
No fue así. El lunes, aún sin los resultados de las pruebas, Ouija volvió a casa, el domingo por la noche llamaron diciendo que había mejorado.
Una vez en casa vimos que había revivido. Era otra. Como si se estuviera curando, lo que me hizo pensar que era una infección y que pronto quedaría atrás, pero por abajo seguía echando sangre.
El mismo lunes llamaron con los resultados de las pruebas para decir que había un noventa y ocho por ciento de probabilidades de que fuera cáncer, pese a ser todavía un cachorro. La confirmación nos la darían el miércoles, ayer.
Los temores se confirmaron y sí, era cáncer y la metástasis se había extendido por todo el cuerpo. Una de las soluciones era la quimioterapia, pero ya nos habían dicho que no era muy efectiva, así que la decisión estaba tomada, siempre pensando en lo mejor para ella. La cita ha sido hoy. En la consulta del veterinario hemos podido decirle adiós con lágrimas en los ojos, viéndola más viva que nunca.
Ahora Ouija está muerta y no puedo dejar de pensar en cómo fue mientras vivió. Una vida corta, pero muy feliz. Al menos me quedo tranquilo sabiendo que se ha ido a un sitio mejor, que ha sido muy querida y que no ha sufrido en ningún momento.
Nunca la olvidaré, ni a todas sus locuras, cómo lo cogía todo y lo escondía debajo de la cama, lo cariñosa que era, lo buena y lo llena de vida que estaba siempre, pese a que por dentro había algo que se la estaba comiendo.
Tengo en mente el último momento en el que la he visto. Me quedo con eso.
Hasta siempre, Ouija.

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